miércoles, 21 de octubre de 2020

EL DEMONIO DE LAS ARMAS (1949), de Joseph H. Lewis

 

En el fondo de los ojos de Laurie y Bart se hallan todas las razones. En los de Bart hay miedo, incomprensión, confusión porque no tiene ni idea de cómo ha llegado hasta allí, en medio de un pantano brumoso, sitiado por la policía y totalmente enamorado de Laurie. En los de ella hay odio, rebeldía, decisión porque sabe perfectamente cuál ha sido el camino que ha estado siempre asfaltado por el amor que siente por Bart. Las voces les llaman y ellos se pierden aún más. Han matado a gente. Han asaltado bancos y empresas. Han decidido tomar por la calle de en medio porque, sencillamente, han querido estar juntos pasara lo que pasase. Las armas han sido sus compañeras durante todo el viaje y el humo sale de sus pistolas para recordarles que lo que han hecho no ha estado bien. Los sueños de una vida cómoda y alejada de todo y de todos se han esfumado porque no han sido prudentes. Y, sin embargo, los disparos han sido puro embrujo en su frenética carrera hacia la violencia y la pasión. Sólo su sonido ha sido suficiente como para caer presas de la excitación y de la sangre ajena. A pesar de que Bart no quería matar a ningún ser vivo. A pesar de que Laurie tiene algún que otro rasgo de psicopatía homicida. Siempre ganan ellas. Hasta el último momento, porque sabe que sólo hay una persona que se ha ganado el derecho a matarla.

Escrita por MacKinlay Kantor y por Dalton Trumbo, bajo la tapadera de Millard Kaufman, El demonio de las armas es una película que devora la pantalla al igual que sentimos el amor desbocado que sienten estos dos fugitivos sin final posible. John Dall y Peggy Cummins se emplean a fondo en un producto descarado de serie B que, sin embargo, agarra inevitablemente de las solapas y no suelta el botín en ningún momento. No sólo por sus diálogos, algunos realmente espléndidos, sino también por la dirección de Joseph H. Lewis que marca diferencias a través de planos secuencia larguísimos rodados en el interior de un coche o miradas elocuentes entre los intérpretes que destapan su agresividad y su condena. También las hay de amor indomable y de locura desenfrenada que se desata desde el mismo momento en que Bart decide ser el hombre que Laurie sueña. Desde ese momento, sabemos que ese deseo sólo se detendrá en un último acto de desesperación y de amistad, de finalización abrupta y de entrega absoluta.

Las balas serán la salvación, el enlace y la razón de esta imposible pareja que vive para ver girar el cañón de un revólver. Si fueran tan precisos con su vida como con su puntería no habría ningún pantano en el que caer atrapados bajo la niebla.

2 comentarios:

carpet_wally@gmail.com dijo...

Estoy seguro de haber visto esta película, pero tengo un recuerdo tan borroso de ella que me entran las dudas.

La cuestión es que viendo el argumento, también cerca de "Bonnie and Clyde", me ha recordado a un film que he visto hace apenas unos días titulado "Infamous". La película no es gran cosa a nivel artistico, ni está bien rodada, ni está bien interpretada (la protagonista es una ex-chica Disney, Bella Thorne) pero el argumento también va de una pareja que se enreda en una espiral de robos, asesinatos, violencia y disparos (muy lejos de "Asesinos natos", no tiene nada que ver).

La única cuestión interesante y novedosa de la película es la introducción de una peligrosa novedad. Las redes sociales. En este caso, la chica de la pareja graba los robos y los cuelga en las redes sociales obteniendo cada vez más seguidores. El muchacho como aquí no quiere violencia y quiere abandonar esa vida, pero ella entre psicopatica y enfebrecida por la fama en Internet no puede parar y arrastra al chico a un final, evidentemente, obvio.

No es que la recomiende, pero es una prueba de que a veces las historias clásicas pueden ganar en una revisión moderna planteando nuevas reflexiones. Es cuando quizá merezca la pena un remake o una nueva versión de un clásico y no lo que se viene haciendo ahora que se basan sólo en poner dinero y cotar la misma historia con las nuevas caras. O cambiando los tiempos, como en la nefasta nueva adaptación de "Mujercitas", que pude sufrir también hace poco y que me pareció terrible.

Abrazos en plena huida

César Bardés dijo...

Desde luego, está muy cerca de la historia de "Bonnie y Clyde" sólo que unos cuantos años de que se atrevieran a llevarla al cine con esa espiral de violencia que contenía.
Es interesante lo que planteas. Simplemente, estoy cada vez más convencido de que es una cuestión de talento. El mismo que le falta a Kenneth Branagh para hacer una nueva versión buena de "Asesinato en el Orient Express", por ejemplo. En cuanto a "Mujercitas", a mí me disgustó que, en el fondo, es una película enormemente descuidada pero, claro, según los tiempos que vivimos decir que esta película tiene defectos no sólo es políticamente incorrecto, sino que es pecado de cruz y raya.
También es interesante el ejemplo que pones con la incorporación de algo tan contemporáneo como las redes sociales. En este caso, en "El demonio de las armas", el chico no quiere dejarlo, pero no es un psicópata. Ella, sí. A ella le produce un placer casi sexual disparar sobre la gente y él asume que el destino no puede ser otro porque ella le va como anillo al dedo. Lo cual también es enormemente interesante porque bucea en la conciencia moral y en los comportamientos de los protagonistas.
Sin duda, si trasplantáramos esta historia a nuestros tiempos, las redes sociales tendrían un papel importantísimo. Y te confieso algo. No entiendo, no puedo entender y me quedo absolutamente perplejo cómo hay gente que hace cosas malas, se graba y lo cuelga. Escapa a mi comprensión. Y, tal vez, sea uno de los signos de que los tiempos ya me han sobrepasado ampliamente.
Abrazos con olor a pólvora.