jueves, 8 de octubre de 2020

OCHO MILLONES DE MANERAS DE MORIR (1986), de Hal Ashby


Un tiro. El alcohol. La caída. Y, de repente, en una reunión de Alcohólicos Anónimos, el misterio. El vicio y la prostitución. Resistirse a la antigua adicción es difícil. Ayudar a la chica, aún lo es más. Demasiadas tentaciones alrededor. Un asesinato. Nunca se deja de ser policía. Aunque se esté buscando cualquiera de las ocho millones de maneras de morir para acabar con todo. No queda mucho por lo que luchar. Salvo la chica. Tal vez, en el fondo de sus ojos, aún se puedan intuir las razones por las que se quiere seguir a cualquier parte.

Más tarde, está ese latino que, con toda seguridad, se dedica a los negocios sucios. Una fiesta. Muchas chicas. Bandejas pasando a la velocidad de una copa. Los individuos como él son los que han echado a perder Los Ángeles y a lo mejor merece la pena acabar con su posición confortable y su rentable ocupación. Nunca se sabe. Los policías, en muchas ocasiones, se mueven por impulsos. Y Matt Scudder no es una excepción, por más que ya no lo sea.

Es posible que haya que comportarse de forma diferente cuando se trata con psicópatas. Y más aún cuando hay tanto en peligro. De alguna forma, hay que recuperar la dignidad, convencerse de que aquel disparo fue un error que ya pasó y de que existen las segundas oportunidades. A pesar de ser un policía con tantas debilidades que ya no se pueden contar, aún hay tiempo para un último caso, una última redención.

Con guión de Oliver Stone, el director Hal Ashby creó una película notable con unos estupendos Jeff Bridges y Andy García en los papeles principales. Hoy resulta sistemáticamente olvidada, tal vez porque fue un fracaso en el momento de su estreno y porque contiene una de esas bandas sonoras ochenteras que están irremediablemente pasadas de moda, pero es una estimable historia de detectives y de callejones sin salida que coloca al espectador siempre al filo de la navaja, resbalándose lentamente por los costados de lo aceptable sin dejar de acompañar a ese antiguo policía que busca razones y sólo las encuentra haciendo lo que mejor sabe. Y, quizá, lo que mejor sabe es morir.

Así que es el momento de luchar contra los propios demonios y cachearlos contra la pared, afinar la mirada e introducirse en ese mismo mundo que aniquiló todas las rutinas y, también, todos los sueños, que abrió todos los abismos y cerró la puerta. La oscuridad espera y, tal vez, sea el camino más corto para salir a la luz. Es hora de dar lo mejor.

2 comentarios:

carpet_wally@gmail.com dijo...

Pues por esas casualidades que a veces ocurren, leí en su momento el libro de Lawrence Block en el que se basa la película poco antes de que esta se estrenara. Era una novelita corta con cierto ritmo, pero que no dejaba mucho más poso que el carácter del protagonista, un autentico perdedor de esos que resultan siempre tan interesantes en la novela negra.

Cuando vi la película, sin embargo, tuve otras sensaciones añadidas. Por un lado la interpretación de Bridges, impecable y mucho más sombrío de lo que su sonrisa socarrona nos ha dado en films posteriores. Por otro la irrupción de Andy Garcia que crea un antagonista refinado y a la vez terrible, creí que el actor cubano nos daría mucho más a partir de entonces, pero entre su filmografia irregular y su encasillamiento, no ha logrado brillar tanto como prometía a pesar de estar entre las estrellas de los últimos 30 años.

También estaban los escenarios, como esa casa al estilo Gaudi sobre la que reflexionaba el personaje de Garcia momento muy interesante que no recuerdo que estuviera en la novela (de hecho la novela transcurre en Nueva York y la peli en Los Angeles).

Lo peor, con mucho, es la banda sonora tan ochentera y su presencia en algunas escenas que no pegaban ni con Superglue. También salió perjudicada por la comparación con el Tony Montana de Pacino y el personaje de Andy Garcia. Aun con origenes y caminos similares, no hay mas similitudes. ni las intenciones del film son las mismas.

Una buena peli para rescatar en un rato sin demasiadas exigencias.

Abrazos con copa de helado.

César Bardés dijo...

Pues, de nuevo, estamos básicamente de acuerdo (últimamente estamos demasiado de acuerdo, tendré que colgar una crítica sobre "Moulin Rouge" a ver si así...). Creo que una gran baza de la película está en sus interpretaciones, sobre todo Bridges y el tremendo García y el tema de la banda sonora, ahora que estoy revisando más de dos títulos, me estoy dando cuenta de que sí, de que aquello, en esos días, nos parecía normal, pero que ha envejecido fatal y que hubo una falta de visión por parte de compositores y directores. Parecía que autores experimentados (como es el caso de Hal Ashby, famoso porque iba drogado todo el día pero, aún así, un autor competente) no tenían ni idea de cómo introducir la música y el tipo de música era...no sólo irremediablemente demodé a los diez minutos de salir de la película, sino absolutamente inadecuada.
Es una buena peli, sí. Y además he intentado sacarla tímidamente del baúl del olvido porque no se suele nombrar mucho.
Abrazos con la camisa floreada.