miércoles, 14 de octubre de 2020

YOJIMBO (1961), de Akira Kurosawa

 

Puede que no haya nada tan peligroso como un samurái sin señor. Vagan por el mundo sin amo y, aún así, no han perdido ni un ápice de su honor. Tal vez vayan a parar a un villorrio inmundo de una sola calle, con casas humildes a los lados y un puñado de gente más o menos noble que le acoge y le informa. Resulta que en ese pueblo todo está dividido en dos. La ciudad, los bandos, los beneficios y la justicia. Y ese ronin que se hace llamar Sanjuro “el de treinta años” va a jugar a lo más peligroso. Enfrentará a los dos clanes caciquiles para que se eliminen entre sí. Sólo de ese modo, el villorrio inmundo podrá ser un villorrio inmundo libre.

Pisando fuerte, imponiendo autoridad, Sanjuro va pasándose a uno y a otro bando. Finge que se vende, se compra, se manipula, se alquila y se pasa. Recibe lo suyo porque, en su corazón de samurái, yace todavía el sentido de la justicia y trata de hacer lo que es de ley. No permite que la sangre inocente sea derramada. En un pueblucho donde un perro pasea con una mano en la boca, todo es cosa de delincuentes. Puede que él, el samurái perfecto, sea uno. ¿Quién sabe? Tal vez traicionó a su señor porque no hacía lo que realmente fuera justo. Fuera de la contienda, nadie debe resultar herido. No lo va a permitir. Los avariciosos y soberbios tienen una cita para el duelo. E incluso esa incipiente arma con proyectiles de pólvora tendrá su papel. Todo estriba en saber madurar la situación, soltar la palabra adecuada allí, mirar con reproche o con desprecio allá, maquinar sin descanso según vayan ocurriendo los acontecimientos. No son más que una panda de botarates. Él, en cambio, es un samurái, debe ayudar al oprimido, debe expulsar al malvado. Sólo así su corazón permanecerá limpio y listo para ser usado de nuevo. Caminar de forma errante por el horizonte ya es de por sí demasiado duro, no podría soportar pasar de largo ante las injusticias. Por mucho que ese mercenario de la espada no lo dé entender.

Akira Kurosawa rodó una obra maestra del cine de acción y de justicia con un Toshiro Mifune en estado de espada afilada. El resultado es emocionante, perdido, atrevido, desatado, iracundo y ajustado. Sanjuro da a cada uno lo que se merece porque sabe que el trabajador de espalda arqueada, que tiene ganarse el bol de arroz de todos los días, es el verdadero héroe. Todos los demás son sólo sanguijuelas que quieren aprovecharse de su posición de fuerza y él está para nivelar esos abusos. La sangre correrá en esa aldea de mala muerte. El filo de la catana goteará vida robada. Y Sanjuro se irá caminando, dejando el destino de la gente pobre y trabajadora entre sus propias manos.

3 comentarios:

dexterzgz dijo...

Es desde luego una obra maestra se mire por donde se mire. Es acción, pero también es reflexión porque el comportamiento del protagonista - y de los que le rodean en uno y otro bando- da pie a todo tipo de reflexiones morales, de bastante actualidad por cierto. Plásticamente es una belleza y además tiene momentos muy divertidos. Y además, Clint o Quentin la han tenido que ver unas cuantas veces. De mis favoritas de Akira.

Abrazos desde el otro lado de la calle

carpet_wally@gmail.com dijo...

Una película maravillosa, cierto.

No sólo Quentin y Clint como dice Dex, yo añadiría a los Coen porque en "Muerte entre las flores" no dejan de beber en cierta forma, como Akira, de la "Cosecha Roja de Dassiel Hammett.

Y obviamente Leone con "Por un puñado de dolares", con la que Kurosawa decía que había ganado más dinero que con la propia "Yoyimbo" ya que los productores de la peli de Leone tuvieron que dar a Akira un alto porcentaje de los beneficios cuando este los denunció por plagio.

Luego vino Walter Hill a hacer la de "El último hombre" con Bruce Willis, que no es una peli tan mala como dicen, pero que no resiste ni de lejos la comparación con el original del director japones.

Abrazos girando la espada para elegir el rumbo

César Bardés dijo...

Es una obra maestra, sí. Y estoy muy de acuerdo contigo, Dex, en que es una película que da para un buen puñado de reflexiones morales en los tiempos que corren. Aunque, mejor, mis opiniones políticas las dejo para un mejor momento.
Cierto es que los Coen rinden homenaje, más que a Kurosawa, creo que al material original que es el Dashiell Hammett tanto de "Cosecha roja" como de "La llave de cristal".
En cuanto al plagio de Leone...como que tuvo que pagarle el cincuenta por ciento de los ingresos. Ojo, no de los beneficios, sino de los ingresos. Kurosawa ganó un pastón con la demanda de "Por un puñado de dólares". Todo porque Leone se pasó de listo tres pueblos, nunca mejor dicho.
En cuanto a la de Walter Hill, sí, no está mal. Yo el problema que le veo a la película es su exceso. Esos saltos imposibles, esos tiroteos desbocados...me choca muchísimo tanto con el espíritu austero de Hammett como con la contención de Kurosawa. Casi se acerca más al paroxismo violento de Leone.
Abrazos con catana.