Llevar un apellido
encima puede traer muchos problemas. Especialmente si uno desciende de esa
enorme mujer que se llamaba Katie Elder. Volver a colocar las cosas en su sitio
después del fallecimiento de mamá va a dejar a sus cuatro vástagos sin aliento.
Entre otras cosas, ella era una mujer respetable, que luchó contra viento y
marea para criar a todos y, en los últimos años, se aplicó con el más pequeño.
Los demás ya eran balas perdidas en tiempos de revólver fácil y muerte segura,
pero ella consiguió algo de lo que estaba orgullosa. Podían ser malos, podían
ser pendencieros y podían ser susceptibles…pero llevaban una cierta ética
consigo. Sabían qué era lo que estaba bien y lo que estaba mal. Ahora, los
cuatro se reúnen de nuevo porque Katie Elder ha muerto. Y hay que dejar las
cosas bien atadas.
Papá perdió el rancho
en una infausta partida de cartas. Luego acabó con el plomo en el cuerpo y eso
es una historia que no está bien contada del todo. Entre otras cosas porque el
disparo que acabó con su vida fue por la espalda. Eso no es una deuda de juego,
es una traición, una bala que nunca debió salir de su arma. John es el más
viejo, el pistolero, el tipo que siempre lleva un cargamento de problemas
detrás. Tom está hecho de otra pasta. Es bueno con las cartas y tira del
revólver cuando hace falta. Matt es más tranquilo…pero nadie le llama cobarde
dos veces. Bud, el más pequeño, carga con la rebeldía propia de la juventud. No
son buenos enemigos. Sobre todo si hay que enfrentarse con todo un
terrateniente que arrebató todo a sus padres. El miedo comienza a instalarse en
la ciudad porque estos hermanos son un ejército de cuatro hombres y va a correr
sangre. Eso también lo sabía Katie y, tal vez, por eso prefería que los tres
mayores estuvieran lejos. Eso, además, también otorgaba una oportunidad de
éxito al más pequeño…puede que el éxito en la vida pudiera hacerle una visita.
Katie luchó para ello.
No sólo es un excelente
western sino que también es una de
las mejores películas de la filmografía de Henry Hathaway con un reparto
extraordinario encabezado por John Wayne y Dean Martin, maravillosamente
secundados por Earl Holliman, George Kennedy, James Gregory, Martha Hyer y
Dennis Hopper. No cabe ninguna duda sobre sus hechuras clásicas, pero está
realizado con la veteranía de un director que sabía dónde poner la cámara y
cómo contar una historia. La historia de estos cuatro hijos que van a ajustar
cuentas y rendir un último homenaje a su madre llega a ser apasionante, con
memorables secuencias como el tiroteo final o el enfrentamiento tenso hasta lo
insoportable entre Wayne y Kennedy. Una película que es necesario ver para
saber lo que era el mejor cine.
Katie Elder es una mujer que planea sobre toda la historia sin aparecer nunca. Es la sombra de la madre que, a pesar de todo, ha querido siempre lo mejor para sus hijos. No importa cómo fueran y si decidieron seguir o no los consejos de sus padres. Son sus hijos y eso estaba por encima de toda otra consideración. Ella conocía sus defectos y hubiese querido otro destino para ellos. Y de ninguna manera hubiera permitido un tiro por la espalda. Ella también habría ajustado cuentas.
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