miércoles, 1 de marzo de 2023

LA LEY DEL HAMPA (1960), de Budd Boetticher

 

-. Tú no puedes matarme. Soy Legs Diamond.

Todo empieza con un trabajo a tiempo parcial para sacarse unos dólares extra. Jack, en el fondo, no es más que un pobre chico descarriado que se mueve con comodidad por malos barrios, pero su futuro no parece el mejor. Seguramente deambulará por las calles haciendo trabajos de tres al cuarto, de ratero, de timador, nada. Sin embargo, la gente no conoce a Jack. Tiene ambición. Quiere trepar. Y cuanto más deprisa, mejor. Es un chico listo, eso nadie lo puede negar, y tiene iniciativa. Y además, por si fuera poco, tiene bemoles. Así que de la cazadora callejera pasará a la americana de salón. Las corbatas blancas asomarán por su pechera y seguirá siendo implacable para subir, subir, subir…hasta que la caída sea totalmente definitiva. Jack “Legs” Diamond se convertirá en un gángster de altos vuelos, tendrá todas las chicas que quiera, irá a todos los sitios rompiendo las reglas y caerá porque su arrogancia tampoco dejará de crecer. Creerá que es inmortal, que las balas no están hechas para él porque la suerte está de su lado y la sangre siempre corre por el cuerpo de sus enemigos. Demasiado para tragar. Jack morirá y nadie lo sentirá demasiado. Ha dejado muchos cadáveres por el camino y no todos murieron. Las balas darán la vuelta. Y se sentirán como en casa hendiendo la carne de “Legs” Diamond, ese gángster que un día se creyó alguien.

Budd Boetticher, sin salirse del presupuesto exiguo, dejó por un momento los polvorientos caminos del Oeste para adentrarse en el duro asfalto de la gran ciudad, con una pistola en la sobaquera y cierto estilo a ritmo de metralleta. Son los años en los que la Mafia creció sin control y “Legs” Diamond es la eterna historia de la paloma que se creyó halcón. La ley del hampa cayó sobre él con toda su fuerza y las matanzas se sucedieron mientras que la moral, como siempre, era la primera víctima. Ray Danton incorpora al gángster y no deja de estar dibujado en su rostro el sentimiento de superioridad, de que él es mejor, de que sobrevivirá a todo y a todos porque él ha nacido para triunfar. Su personaje salió de un arrabal y no volverá allí…vivo. Así que cachéenle a conciencia. En cualquier momento, a la vuelta de la esquina, saldrá alguien con ganas de apretar el gatillo y dejar el cañón humeante. Unos dólares aquí, otros allá. El cariño no se compra con sobornos. Hay que ganárselo. Y, probablemente, “Legs” Diamond no tiene ni idea de cómo hacerlo. Es una de las pocas cosas que no sabe hacer. Tampoco le preocupa porque está en la cumbre y, desde ahí arriba, se ve a la gente muy pequeña. Mira bien su cadáver, chico, porque es “Legs” Diamond y nunca le vas a olvidar. Él fue el rey de la ciudad y creyó que nadie le alcanzaría. Sus piernas eran muy largas y su inteligencia, muy aguda. Sólo unas balas irían tras él. Y tendrían que ser rápidas como la luz de la noche y la maldad de su alma.

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