martes, 15 de junio de 2021

TELÉFONO (1977), de Don Siegel

 

Alguien ha robado documentación importante y ha cruzado la frontera. Al mismo tiempo, algo muy extraño está pasando en los Estados Unidos. Personas que, en principio, parecen normales y corrientes, reciben una llamada telefónica, escuchan unas palabras en clave y se dedican a destruir instalaciones militares de enclave estratégico. Habrá que enviar a un hombre que conoce América como la palma de su mano. Y tratar de localizar a una serie de agentes durmientes a los que se ha lavado el cerebro, se les ha dado una identidad y un pasado que ellos mismos se creen y se les ha instalado cerca de unas cuantas bases del ejército. Hasta ahora, nunca han sido llamados. Y tienen mucha suerte de que haya sido así. Los rusos temen que el tipo que ha robado la documentación sea quien esté activando a esas personas ordinarias y grises que hacen que todo vuele por los aires. Necesitamos su memoria fotográfica, Borzov. La va a necesitar para recordar unos cuantos números de teléfono.

Quizá estemos ante unos cuantos mensajeros del miedo que sólo esperan recibir una llamada telefónica. El Mayor Borzov será el encargado de que nunca se produzcan. Y lo hará absolutamente todo para impedirlo. La lógica puede que no forme parte del entramado y lo importante sea sumarse a la paranoia de la conspiración, pero la tensión está al otro lado de la línea. Y habrá que recorrer muchas millas antes de irse a dormir. El timbre puede sonar en cualquier momento y el caos se puede desatar en apenas unas horas. Todo dependerá de ese loco que se ha hecho con una lista y del tipo que han enviado para detenerle. El mismo teléfono será el medio y el fin. Y por las líneas correrán todo tipo de poemas, consignas, esperas e inquietudes. La Tercera Guerra Mundial está esperando.

Don Siegel dirigió esta película con guión de Peter Hyams y, a pesar de que ha caído en un cierto olvido, se nota su brío y sus ganas con un argumento de espionaje y conspiración que se suma a muchos otros títulos de los años setenta. Aún así, Siegel consigue momentos de originalidad, con un agradable sentido del humor y una factura propia de la época y con un reparto que incluye a Charles Bronson, Lee Remick, Donald Pleasance y una estupenda Tyne Daly. Sin duda, hay elementos que se han quedado peligrosamente anticuados, pero se ven compensados por la acción y la intriga que están bien destiladas de la mano de un director que sabía lo que se traía entre manos. Y no era precisamente el amenazador disco de un teléfono.

La banda sonora de Lalo Schifrin también merece la pena dentro de esta densa trama de persecuciones, inteligencias y sabotajes. Hay que cortar los cables si se quiere llegar a tiempo. Los americanos son susceptibles y no se toman demasiado bien que les vuelen las bases militares. Sólo falta saber qué es lo que ocurrirá con el Mayor Borzov cuando termine su misión, si es que consigue acabarla. Puede que también haya una llamada telefónica para él.

4 comentarios:

carpet_wally@gmail.com dijo...

Pues esta película la vi con 14 añitos. No debían haberme dejado porque entonces era para mayores de 18, pero los cines de barrio hacían la vista gorda si no había mucho público. La pela es la pela.

Y la recuerdo con cierto desasosiego. En principio no me parecía muy verosímil. Que agentes dormidos se activasen al escuchar una orden podía entenderlo, pero que esos agentes en realidad no supieran ni que lo eran, ya me parecía muy poco creíble.

Por otro lado, efectivamente se trata de una película de acción, pero la acción de los 70 no tiene nada que ver con la de ahora, lo que por otra parte puede ser bastante positivo. Pero el ritmo de ahora es endiablado y un poco incomprensible, no da descanso y las escenas de pura acción (peleas, persecuciones, disparos, etc) son extremadamente largas. El ritmo de las de los 70 puede parecer ahora casi de cine de arte y ensayo. Y "Teléfono" no era precisamente trepidante. Además es cine de espías, por lo que el guion suele ser enrevesado. recuerdo que a mi no me resulto fácil de entender algunas cosas. Sin duda yo era un poco joven.

Bronson no me gustó nunca mucho, pero los ojos de Lee Remick lo compensaban con creces.

Quizá si la reviso ahora, a pesar del impacto de la estética de entonces, pueda sacar a la película un jugo que entonces no obtuve.

Abrazos en una cabina

César Bardés dijo...

Sigue causando ese desasosiego que dices. Es una historia que parece escurrirse entre las manos, pero que consigue mantenerte en vilo (mérito de Siegel) y una de las pocas que se pueden salvar de esa filmografía salvaje que Bronson se dedicó a cosechar en los setenta y los ochenta (junto con "Nevada Smith" y "Mr. Majestyk", creo yo). Estoy muy de acuerdo en todas las apreciaciones que haces con respecto al ritmo, al enrevesamiento de las tramas de espionaje (los rusos ponen en marcha un mecanismo de agentes durmientes a través de un complicado método y, resulta que los propios rusos son los que quieren pararlo porque se dan cuenta de que la cosa puede ir más allá de lo que piensan, por cierto, me recuerda vagamente a "El cuarto protocolo").
Sí, eran complicadas de entender. Ahora, las entiendes perfectamente. Y, sí, Bronson era un actor poco interesante (muy cara de palo, siempre con la misma expresión, a menudo escondido en una mata de pelo), pero Lee Remick aquí hace un papel estupendo, sacando oro de un guión que, en principio, no le da mucho carrete.
Abrazos desde el auricular.

Cocomesas dijo...

Me encantan los comentarios y me animan a decir que la vi cuando la emitieron en TVE con unos 12 ... Y lo único que entendí es que Lee Remick es maravillosa... Y qué tiene éste Charles Bronson, que le gusta a tó er mundo? Mi hermana, mi padre....Gracias��

César Bardés dijo...

Gracias a ti por tu comentario. Yo la vi en un inesperado reestreno en los cines Luchana de Madrid (me fui solo porque no convencí a ningún otro loco para ver una película de Bronson que no era propiamente de Bronson) y, sin duda, Lee Remick es maravillosa casi siempre aunque yo creo que es una mujer que no envejeció (lo poco que pudo envejecer) demasiado bien. Lo de Bronson, ya lo hemos comentado, no lo he entendido nunca demasiado. Es alguien que, sin tener expresión prácticamente, triunfó y además tuvo su público. Es un fenómeno curioso dentro del cine.