Por
una vez, el director Paul Thomas Anderson se ha dejado de veleidades delirantes
como The Master y ha vuelto a
registros más sencillos y de mejor gusto, como lo fue Puro vicio. El resultado es una película que transporta
directamente a los años setenta, con sus rojos apagados, sus luces duras y su
inestabilidad irritante. Por encima de todo lo demás, destaca el trabajo de
Alana Heim, que consigue hacerse muy atractiva, a pesar de no ser una mujer
especialmente guapa, y que se sabe mover con mucha autoridad por la escena.
Mientras tanto,
Anderson se da una vuelta por las inseguridades de la adolescencia, pero
también por la temprana madurez porque, al fin y al cabo, no aún sigue sin
estar muy bien visto que una chica de veinticinco años se enamore de un chico
de quince. Es verdad que el mundo que dibuja Anderson es el de una chica
reprimida en su casa y el de un chaval que ha aprendido a ser independiente
desde hace mucho porque se dedica al teatro y a la televisión y decide tener
iniciativa para poner en marcha negocios de futuro corto y entretenimiento
rápido. Anderson dirige con bastante buen gusto, algo poco habitual en él, sin
grandes estridencias, deteniéndose en la lectura de los rostros para llegar a
lo más profundo de sus sensaciones, siempre al borde de la decepción y del
fracaso. El amor debería triunfar siempre. Y si no lo hace, al menos, debería
dejar huella para el resto de tu vida.
Un amor siempre debe
luchar para superar todas las barreras de conciencia y de incomprensibles
convenciones sociales. Un amor debe manifestarse para poder seguir vivo. Puede
ser una carrera para llegar a tiempo, Una defensa para proteger a alguien. Un
sacrificio para conseguir algo más dinero. Unos celos discretos y arrinconados.
Una mirada que puede decir muchas cosas y siempre se piensa que es la peor. Un
deseo de verse siempre reflejado en los ojos del otro…El amor caprichoso, el
amor voluble, el amor inaprensible, el amor joven, el amor maduro, el amor que
es sólo amor. Amor.
Sorprende la aparición
de Sean Penn interpretando a un trasunto de William Holden y recordando su
aparición en una película como Los
puentes de Toko-San que, evidentemente, era Los puentes de Toko-Ri, o a Bradley Cooper en la piel de John
Peters, peluquero y, posteriormente, productor cinematográfico, que compartió
su vida durante nueve años con Barbra Streisand. Streisand. Strei-sand. Sand.
Da algo de gracia a las vidas anodinas que sólo se mueven a ritmo de corazón,
preguntándose siempre si deben dar el paso o es mejor tratar de seguir la
corriente que marca la vida. No todo el mundo elegiría lo primero.
Así que, amor mío, miro tu forma de andar y siento mi umbral de hombre. Veo tus ojos y encuentro tanta dulzura que apenas puedo pensar en otra cosa que en tu mirada. Miro a tus labios y quiero cruzarlos a lo largo como si fuera un Amazonas inacabable. Y quiero que el mundo mire hacia a otro lado o que, al menos, a ti no te importe si lo hace. Sólo una frase, al final, será mi premio, porque se quedará grabada en mi interior, al igual que ha pasado con tu genio, con tu comprensión, con esa forma de escucharme, con ese río que se forma en tu mejilla cuando lloras, con ese lago profundo y oscuro y apetecible que es tu boca cuando te ríes. Puede que todo sea un impulso que se pone a nuestra disposición para saltar esa brecha de diez años que tanto daño hace a un amor que quiere nacer por encima de todo.
2 comentarios:
Yo no hubiera concebido esta historia con Selena Gómez y el jovencito Disney mono de turno como protagonistas. Ya lo intuí en el trailer, y me parece un acierto que los protagonistas sean feos o al menos no respondan al canon de belleza clásico. Creo que humaniza la película. Eso sí, vaya carisma tienen los dos chavalines para ser su primera película. Ella parece que ha estado haciendo esto toda la vida, y a él también se le ve bastante suelto. Aparte de que es el vivo retrato de su santo padre, y hay momentos en el que parece que le estás viendo a él, lo cual en cierto modo es hasta emocionante.
Por lo demás, creo que es una película que destila cierta magia. He oído por ahí que la han comparado con Linklater, pero yo creo que "Boyhood" por ejemplo se monta desde una perspectiva más realista. Está evoca momentos de una adolescencia idealizada hasta cierto punto pero no desde una perspectiva trillada de esas que hemos visto ya un millón de veces. Son recuerdos, flhases, de ahí que la película pueda parecer algo deshilvanada para algunos. Yo al contrario creo que el guión se compenetra con el montaje de un modo bastante inteligente. Me sobra alguna cosa, como el momento Bradley Cooper, demasiado friki para una película que en el fondo no lo es tanto.
Abrazos desde una cama de agua
Lo que hay que agradecer es que sea una película tragable del amigo Anderson. Sí que tiene algún momento deshilvanado, pero creo que es totalmente deliberado, porque deshilvanados eran los setenta, como que nada tenía demasiada importancia y que si no resultaban las cosas, bueno, pues no resultaban. Estoy muy de acuerdo en la valoración de ella. Lo hace realmente bien. Y sin ser guapa la chica, se hace realmente atractiva con lo que hace. Su físico la va a condicionar mucho si se decide dedicarse a esto. En cuanto al chaval, lo hace bien, pero también es verdad que creo que su papel no da para demasiado lucimiento. El protagonismo absoluto lo lleva ella e, incluso, la película muere un poco si ella no está.
No me molesta el momento friki de Cooper, aunque, tal vez, me sorprende que no tome venganza después de todo lo que le han hecho (lo del agua del colchón de la casa se queda totalmente "in albis").
Me parece, sinceramente, bastante mejor que "Boyhood", que era una película que adolecía de fuerza por todos los lados, por mucho que Linklater quisiera darle el mayor realismo esperando a que todos envejecieran diez años.
"Licorice Pizza" es una película aceptable, un poco por encima de lo que ha estado haciendo Anderson y ya digo, a mí la que más me gustó fue "Magnolia", después "Puro vicio" (que es la que nadie nombra) y después "Licorice Pizza". Todo lo demás, no vale un pimiento, a pesar de toda esa aureola de "nuevo Kubrick" que dicen que tiene. (Stanley Kubrick no hubiera hecho en la vida una película como ésta. Ni siquiera parecida).
Abrazos desde los botones del pinball.
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