Quizá,
los sueños no sean más que mensajes enviados desde universos paralelos en los
que se nos dice cómo somos nosotros en tales lugares. Si eso fuera cierto, yo
he tenido una aventura con Sophia Loren y me he ido de juerga con David Niven.
Sin embargo, no deja de ser una idea interesante porque es posible que esas
aventuras imposibles no sean producto de la mente sino hechos de otras
realidades. En esta ocasión, se trata de proteger a alguien que puede viajar de
un universo a otro como si fuera una nómada que transita de un sueño a otro.
Y si esta película
tiene una virtud, aparte de la prometedora idea inicial, es la facilidad y
acierto con el que Sam Raimi nos introduce pasajes de terror muy efectivos,
verdaderamente bien realizados, con tensión y algún que otro escalofrío. Es lo
mejor de una historia que se puede retorcer a voluntad, haciendo que, de alguna
manera, podamos estar seguros de que queremos a las mismas personas en todos
los universos. Apasionadamente, desmesuradamente. Y que, si perdemos en éste,
con toda probabilidad, pero de diferente modo, perderemos en todos.
Al fin y al cabo,
Stephen Strange es uno de esos super héroes que atesoran unas habilidades
impresionantes, pero que, en privado, es un amigo del fracaso sutil de no estar
nunca en el lugar y momento adecuados salvo para actuar como paladín de muchos
universos y que no todos merecen la pena. Y si interactuamos con cualquiera de
esas realidades que tan sólo intuimos a través del sueño, podemos encontrar
verdaderos deseos de dejar de vivir una existencia que ha conocido demasiado
sufrimiento para tener un tranquilizador recipiente en donde verter nuestro
amor.
Y es que la Bruja
Escarlata ya perdió lo que más quería y trata de mantener, como último recurso,
la sinceridad de un corazón que será capaz de todo con tal de encontrar la
porción correspondiente de felicidad. Se puede ser extraordinariamente
poderoso, salvar a la Humanidad en incontables ocasiones, mantenerse en el filo
mismo de la muerte para darse a los demás, pero, si el amor ha huido o fenece
entre nuestros brazos, la sensación será de una enorme derrota sin paliativos.
Por el sendero de la
mística y de la magia habrá escenas de espectacularidad comprobada, ramalazos
de humor, detalles visuales muy atrayentes y, desde luego, situaciones forzadas
para que no falte el toque políticamente correcto mientras las estrellas
invitadas arrancan los aplausos espontáneos del público. Es como si se nos
abriera un tercer ojo para que las fuerzas del bien, pertrechadas y dispuestas,
sigan proporcionando un escudo imbatible para los que han dejado de pensar en
el bienestar de la mayoría. Al fin y al cabo, ése es uno de los grandes fallos
del ser humano. Prescindir de los demás para satisfacer nuestras propias ansias
y superar nuestras aplastantes frustraciones.
Sí, se pasa un rato agradable, sin tirar cohetes. Raimi es un perro viejo que sabe lo que se suele hacer incluso con unos cuantos excesos aquí y allá. Nadie puede negar que Benedict Cumberbatch sigue siendo un estupendo Doctor Strange y que Elizabeth Olsen, que ya demostró sus cualidades como actriz en esa estupenda película que es Wind River, sigue evolucionando con un físico de cierta clase y un talento al que hay que seguir atentamente. Y esperemos que todo esto no sea el producto de mi propio sueño imaginando otros universos en donde me puedo convertir en crítico de cine valorando una película de Marvel.
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