miércoles, 11 de mayo de 2022

RUNAWAY (1984), de Michael Crichton

 

No cabe duda de que el tiempo no pasa en balde sobre las películas y, en esta ocasión, es más que evidente. Sin embargo, si la revisamos con la suficiente distancia, podemos comprobar, sin temor a equivocarnos, cuán profética ha sido en alguna de sus predicciones que, en el momento de su estreno, nos parecía pura ciencia-ficción. A pesar de todo ello, de sus defectos temporales, sigue siendo una película de acción con la que se disfruta si somos capaces de situarla en su debido intervalo. Por supuesto, el villano es tan estereotipado y tan excepcionalmente mal interpretado que también lastra el resultado final (y ya lo hacía en el año 1984) porque Gene Simmons no deja escapar ni un solo fotograma sin subrayar con la mirada y con sus actitudes que él es el malo malísimo más malo de toda la historia de la maldad. Pero el resto es divertido, con gracia, con algo de sabor a anticuado, pero con acción, con ritmo y con algún que otro giro en el argumento que no llega a ser decisivo, pero sí es algo sorprendente.

Tras las cámaras, el propio Michael Crichton que no debió de encontrar la experiencia demasiado gratificante porque no volvió a ponerse oficialmente tras las cámaras salvo para remedar lo que estaba haciendo John McTiernan con El guerrero número 13. Toda la historia profundiza en sus obsesiones por el control tecnológico y por el peligroso juguete de la evolución a través de las máquinas, pero parece que sólo disfruta cuando hay persecuciones, tensiones y planos subjetivos de balas inteligentes. Quizá, habría que revisar esta película de nuevo y realizar una nueva versión de la misma. Puede que impactara bastante con las debidas innovaciones visuales y predictivas.

Por otro lado, Tom Selleck encarna a un protagonista de una pieza, simpático en todo momento, dominador con la presencia, experto en el movimiento y no hay ningún miembro en el reparto que le pueda hacer sombra. Ni siquiera Kirstie Alley, en su época más atractiva físicamente, consigue pasar por encima de la personalidad del actor, que impone el ritmo y la elegancia y trata de elevar toda la trama un poco por encima con un personaje que podría estar en las antípodas del que realizó Will Smith para Yo, robot, otra película que sería una perfecta candidata para ser una actualización interesante de ésta y desde otra perspectiva.

Así que tengan mucho cuidado con ese robot-aspirador que va rebotando por los zócalos, o con ese útil robot de cocina que les hace esos platos deliciosos con los que deleitan a su familia, o, incluso, con ese ordenador personal con el que usted intenta escribir críticas que son auténticas maravillas de la literatura. Los chips mandan y, si tienen algún defecto que incluye la agresión contra sus dueños, ya están condenados. Piensen que ya es un problema que su computadora se quede totalmente petada cuando tiene que enviar unos cuantos problemas. Aíslense los dedos por si acaso. Las conspiraciones existen, los científicos locos también. Y aún no se ha creado ninguna brigada especial para investigar el comportamiento raro de todos los aparatitos llenos de botones y teclas que controlan, de forma temeraria por nuestra parte, toda nuestra vida.

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