Sigh
no more, ladies, sigh no more,
Men were deceives ever,
One foot in sea and one on
shore
To one thing constant never.
Then sigh not so,
But let them go,
And be you blithe,
And bonny,
Converting all your sounds
of vow,
Into
hey nonny, nonny.
Así que no penéis
bellas damas, no penéis más. Y menos por el hombre caprichoso que mantiene un
pie en el mar y el otro en la orilla. El amor es el único reposo posible para
el guerrero y en una villa de la Toscana, se pondrá en juego la pasión, la
envidia, lo imposible y la inquina. Todo para que, como no podía ser menos,
sólo haya mucho ruido y pocas nueces. A veces, ser el más brillante
dialécticamente no compensa demasiado y hay que dar un empujoncito a los
instintos más escondidos para que salga a la luz toda la pasión que guardan los
bien criados bajo el fuego del deseo. La fiesta, el jolgorio, los disfraces,
que también servirán para que la maldad pase desapercibida, los chascarrillos
de ingenio, las situaciones de enredo, la comedia de la vida, en fin, será el
argumento de todo. Y no lo olviden, señorías, yo soy un burro.
No cabe duda de que no
hay más ciego que el que no quiere ver, y los que no desean la felicidad ajena
son aquellos que están demasiado amargados como para darse cuenta de que no es
muy frecuente, pero existe. Quizá en un palacete, o en unos túneles, o en unos
jardines de día luminoso y noche pecaminosa. Las voces resuenan con versos de
inmortalidad y es posible que mañana sea otro amanecer, con la sensación de que
el alma se ha limpiado con el paso de la miseria. Por supuesto, habrá quien es
más maduro, habrá quien no dé su brazo a torcer a pesar de intuir que su
destino está escrito y habrá quien se resista a unirse a la fiesta final de
baile y alegría porque, por una vez, esto no es una tragedia, sino una comedia
donde habita la belleza, la ternura, la risa y la sonrisa, rara vez maridada, y
la agudeza de unos personajes que valdrían para evadir toda sombra sobre el
rostro. Ah, y no lo olviden, señorías…yo soy un burro.
Kenneth Branagh dirigió con enorme sensibilidad y tono festivo, algo no muy habitual, una obra de Shakespeare, con un reparto en el que, si bien choca la elección de Denzel Washington como don Pedro de Aragón, no cabe duda de que proporciona la oportunidad de disfrutar del actor dentro del clasicismo y salir airoso del envite. A su lado, todo un reparto de probada competencia con Michael Keaton, Emma Thompson, Kate Beckinsale, Robert Sean Leonard, Keanu Reeves y los inseparables y siempre competentes Richard Briers y Brian Blessed enmarcando todos los juegos de palabras e ingenios propios del bardo de Stratford-upon-Avon. El resultado es una magnífica película, divertida, hilarante, ágil, tremenda, enredada, descarada y contagiosa. Porque, al fin y al cabo, señorías, yo soy un burro y me entretengo con estas cosas. No lo olviden. Yo…soy…un…burro….
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