viernes, 27 de septiembre de 2024

EL EXPERIMENTO DEL DOCTOR QUATERMASS (1955), de Val Guest

Unos enamorados juguetean en medio del campo cuando un ruido ensordecedor les asusta, como si fuese una especie de bombardeo. Es una nave espacial terrestre que regresa a casa. Acaba de atravesar el escudo atmosférico así que sus planchas de metal están hirviendo y no se puede abrir. El Doctor Quatermass, responsable del intento científico, acude inmediatamente porque no pueden establecer comunicación con el interior de la nave. Cuando, por fin, se abre, sólo hay un superviviente. Y, en ese momento, en el prado de un granjero cualquiera, se abre una amenaza para toda la Humanidad.

Los médicos y los científicos están desconcertados. No saben qué ha pasado y la única prueba con la que pueden indagar es la cámara que filmaba todo lo que ocurría en el interior de la nave. Y no pueden explicarse lo que ven. Parece que el espacio, en el fondo, no quiere la presencia del ser humano y decide introducir una especie de virus para que se inicie una peligrosa metamorfosis. Hay que luchar contra ello con todo lo posible porque ese virus o lo que sea, puede que infecte a todo el planeta en apenas un par de días. Tiene una fuerza inusual y utiliza al ser humano como nido. El Doctor Quatermass cree que su experimento ha sido un éxito porque ha conseguido traer a la nave de vuelta a la Tierra, pero es el primero que se pone al frente de la resistencia humana contra esa criatura que se va desarrollando con el físico de un vegetal que piensa, destruye y avanza. La amenaza está servida. Quatermass no cree en ningún momento que todo lo que ha hecho sea un error aunque es el primero en ponerse en primera línea. Todo avance científico es un avance para la Humanidad, aunque las consecuencias sean tan graves como las que parecen avecinarse con esa planta tentacular. El terror puede ser el peor veneno para organizar una defensa. Y hay que luchar contra el descubrimiento.

Val Guest dirigió esta película dentro de los terrenos de la serie B y consiguió una historia mítica al mismo nivel que otros intentos de similar factura como las maravillosas La mosca o La Humanidad en peligro o El increíble hombre menguante. No cabe juzgar estas películas por sus incipientes y toscos trucos de efectos especiales, sino por la imaginación que desplegaban con muy pocos medios, ofreciendo un producto de calidad que, en sí mismo, se sabía levemente ridículo. Brian Donlevy, además, fue un actor de probada solvencia que incorpora con tremenda convicción al Doctor Quatermass, protagonista dual de la historia, que se debate en fijar un precio para cualquier descubrimiento científico o exterminar toda amenaza que pueda acabar con la vida tal y como se conocía. El resultado es divertido, muy lejano al terror, pero que funciona excepcionalmente bien como película de aventuras con criatura algo grotesca, recogiendo el testigo del mejor Jacques Tourneur, dejando muchas suposiciones al arte de la sugerencia y poniendo una de los primeros cimientos para esa colección de películas de terror que nos regaló la mítica productora de la Hammer. Merece la pena.

 

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