Guardar
el equilibrio con los egos dentro de una película no deja de ser un ejercicio
para expertos que casi nunca sale demasiado bien. Al fin y al cabo, se trata de
convivir con una serie de personas que han sido corrompidas por el éxito y, por
eso, tratan de suplir sus carencias con la estupidez supina. Fingimientos
impostados, reacciones imprevisibles, bobadas disfrazadas de sabiduría…Todo
ello es un rompecabezas inservible que contaminan la verdadera esencia de algo
tan maravilloso como es realizar una película, crear un sueño, reponer la vida.
Una película va a ser
rodada. Al frente, una mujer que cree haberse ganado la vitola de genio y le
falta mucho camino por recorrer. Los bandazos son algo habitual en su
existencia y, por supuesto, esa cámara que pretende saber manejar será un
instrumento de tortura para que los demás no dejen de tener en cuenta que el
camino del arte que se supone que ella guarda dentro de sí misma es tortuoso y
exige decisiones o instrucciones que tienen que ir acompañadas de la arrogancia
de saberse diferente. Sus debilidades son motivos, sus aparentes fortalezas son
puras tonterías. Y las órdenes, inevitablemente, se vuelven estupideces,
ñoñerías, elementos de un escaparate que, en muchas ocasiones, no se responden
con su verdadero valor. Divertida, Penélope Cruz.
Uno de los actores ha
optado por el camino del prestigio. La sobriedad es parte de su credo y la
enseñanza es parte importante de su trayectoria. No entiende que haya estrellas
que se vendan al mejor postor y que traten de aparentar que su preparación es
intensa cuando, nuevamente, es sólo nada. Se condena a sí mismo por participar
en una película de supuesta repercusión al lado de un tipo que no merece ni una
mirada de amistad. Demasiadas luces. Demasiadas sombras. Incluso puede ser que
aprecie una melodía que no tiene nada de música para convencerse a sí mismo que
su gusto por el arte y, por ende, por su propio trabajo está por encima de lo
normal. Excelente Óscar Martínez.
El otro actor es el
tipo que ha trabajado en Hollywood, se ha codeado de los mejores, ha
participado del circo de los premios y cree que en su trabajo hay momentos de
emoción inigualable. Su aprecio por sí mismo excede todo lo imaginable y está
dispuesto a demostrar lo que sabe, a cobrar lo que debe, a sumergirse en
cualquier infidelidad y a destacar continuamente en todos los detalles. Su
objetivo es la cabecera de cartel y hará cualquier cosa por conseguirla. Y
ningún actor de prestigio de teatros de tercera va a quitarle su oportunidad.
Para ello, no duda en realizar ejercicios de relajación para soltarse antes del
ensayo. Quedan muy bien, pero no valen para nada. Maravilloso Antonio Banderas.
Con la colaboración de estos tres actores Gastón Duprat y Mariano Cohn articulan una comedia efectiva, difícil, pero muy eficaz, que radiografía y exagera, aunque no demasiado, en el terreno de las manías y egocentrismos idiotas de muchos que se creen protagonistas en lugar de tratar de formar equipo para que todos den lo mejor. Se trata de que los demás den menos para que puedan destacar más. Y, a partir de ahí, todo se reduce a que, en realidad, el mejor lugar para el recuerdo de la posteridad, sea el infierno. El cine no necesita tanto método, tanto postura, tanto truco de situación para sacar la mejor interpretación. El cine necesita toda la verdad posible dentro de la mentira que es. Y, luego, el público emitirá su veredicto. Y ése, en muchas ocasiones, será consecuencia de una opinión falseada para parecer más interesante. El ser humano, dentro del cine, también es así.
2 comentarios:
Tratándose de los directores de, entre otras, "El ciudadano ilustre" sabes que no estás ante una comedia más, que te va a ofrecer mucho más de lo que a priori apunta. Coincido con los dos adjetivos con la que la calificas: "difícil" y "efectiva". No me resulta tampoco sencillo explicarla sin meterme en spoilers, pero creo que las metáforas y los presupuestos a los que recurre son efectivos a la par que sutiles. Todos nos entendemos. Y hubiese sido muy fácil enseñarnos el resultado final de la película rodada, pero me parece todo un acierto centrarse en los ensayos, lo que da lugar a un montón de diálogos -"Tu también te has arrastrado por dinero, aunque bastante por menos que yo"- y momentos memorables - maravillosa toda la escena de la trituradora.
La película me recuerda a "La huella" con ese juego continuo por a ver quién la tiene más grande y ese espacio gigantesco aunque mucho más diáfano e "ikea" que en la película de Mank.
Y por supuesto los actores en quienes recae todo el peso de la autoparodia, aunque esa parodia también se proyecte al espectador, que la película tiene para repartir a todo el mundo. Óscar Martínez, que a priori parece el personaje más íntegro, pero que, como se demuestra en la escena del espejo tampoco renuncia a su parcela de vanidad si llega. Sólo que en casos como el suyo no se llama vanidad, se llama pose.
Me parece también excelente Antonio Banderas, riéndose no tanto de él sino de la imagen que proyectan actores como él. En concreto, creo que estamos ante un tipo honesto que sabe jugar en las grandes ligas cuando toca y pisar suelo real cuando se trata de presentar los Goya de la pandemia o apoyar a las gentes y al teatro de su tierra. Muy inteligente don Antonio. Claro que como bien dices siempre, podemos estar perfectamente equivocados y el malagueño nos la ha colado a nosotros también como ocurre en la película. Ahí está el juego
Y ahora voy a decir algo que va a sonar no sé si políticamente correcto. Sin que se merezca un Oscar ni mucho menos, es cuando mejor he visto a Penélope desde "La niña de tus ojos". Quizá porque oculta desde esa melena cardada y esas gafas de pasta, consigo ver un personaje antes que a Pe, cosa que siempre me pasa con ellas. Y sí, me gusta más que en "Madres paralelas". Tampoco es un personaje fácil porque podía haber caído tranquilamente en lo ridículo, pero está muy bien construido en la línea del director "intensito" que Garrel interpretaba en "Rifkin´s festival". Y también le da lo suyo a "su" público durante su speech en la presentación de la película o en la rueda de prensa de "Cannes".
En resumen, una película muy interesante y disfrutable.
Abrazos debajo de un pedrusco
Estoy básicamente de acuerdo con todo lo que comentas. La película es fresca, divertida, paródica y, lo mejor de todos, es que retrata la ridiculez que tanto se mueve dentro del oficio al que se dedican ellos mismos. Por supuesto que todo lo que hace Óscar Martínez es postureo. Desde la imposible escucha de una música pretendidamente dodecafónica en la que es incapaz de diferenciar la melodía de los golpes del vecino, hasta la presentación de la esposa con lo del librito de cuentos en la que usa el plural "inclusivo".
Me gusta mucho el personaje de Banderas porque, en el fondo, lo que tiene son tics de estrella (aparte de un deseo obsesivo por convertirse en un actor de prestigio), bastante estúpidos. Pero sus reacciones ante las bobadas de los otros dos son, hasta cierto puntos, bastante normales. Y, en el fondo, es el más profesional de los tres aunque no se nota demasiado.
De acuerdo en que Pe está más que bien. Probablemente porque se aleja mucho de sí misma y se mete en una piel que no es más que una distorsión ridícula de tantas directoras que se creen que son la bomba (lo bueno es que, efectivamente, lo son), pero tienen que estar permanentemente llamando la atención porque su estado natural es ese y ya ven como algo totalmente fuera de sitio ser una más. (yo me sé un par de nombres directoras que se pueden adecuar a esta vaina. Sí, sí, también hay directores que son incluso peores. Si lo normal es encontrarse a gente bastante anormal en el mundillo).
Una película con la que, sin duda, pasas un buen rato.
Abrazos levantando el pedrusco con una mano.
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